miércoles, 29 de agosto de 2012

Está en nuestras manos llegar a educar seres más sabios, benévolos y libres de lo que nosotros hemos sido.

¿Hemos llegado a ver en nuestra escuela de hoy con los ojos nuevos del siglo XXI?
¿O seguimos la misma fórmula educativa que impide al niño o al joven  tener ganas de ir a la escuela, investigar en vez de memorizar, de cooperar en vez de competir, de crear en vez de repetir, de amar y abrazar en vez de criticar, de ser felices en vez de ser aburridos?
Los nuevos revolucionarios están llamados a tener un alto nivel de conciencia,un conocimiento de sí mismos profundo y por ende de los demás, un silencio interior que permite la atención, la escucha, la percepción de la verdad, un continuo trabajo en el desmoronamiento del ego y un despertar de la conciencia con el reconocimiento de su ser espiritual.
La educación es para el desarrollo humano integral, y no para formar seres humanos dóciles; Claudio Naranjo nos dice maravillosamente que "la educación promueve la libre realización de nuestras potencialidades evolutivas y creativas" y añade sabiamente que este tipo de educación es "urgente para nuestra supervivencia colectiva"
Claudio Naranjo y su propuesta de una educación transformadora
Comentarios de Nicole Diesbach
Instituto de investigaciones pedagógicas, Baja California


Descubramos el mundo como leyendo un cuento


Un científico que vivía preocupado con los problemas del mundo estaba resulto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.
Cierto día, su hijo de seis años invadió su santuario, decidido a ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió que fuese a jugar a otro lugar. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiera entretenerlo.
De repente se encontró con una revista, donde había un mapa con el mundo, justo lo que necesitaba. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos, y junto con un rollo de tela adhesiva, se lo entregó a su hijo, diciendo:
-Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie. 
Entonces calculó que al pequeño le llevaría diez días componer el mapa. Pero no fue así. Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente.
-Papá, papá, ya lo he montado, ¡conseguí terminarlo!
Al principio el padre no creyó al niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiese conseguido componer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.
Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?
-Hijito, tú no sabes cómo era el mundo. ¿Cómo lo lograste?
-Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta a los recortes y comencé a recomponer el hombre, que sí sabía cómo era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta a la hoja y vi que había arreglado el mundo.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola miss margarita te estraño mucho vecitos nicolas avila v.

Sofia Bernal dijo...

Ola margarita me gusta mucho tu blog y te extraño mucho espero que nos bolbamos a ber